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Gobernanza global de la inteligencia artificial: qué implica para las empresas latinoamericanas el primer diálogo de la ONU

La ONU inaugura el primer diálogo global sobre gobernanza de IA. Descubre su impacto en regulación, ética y competitividad de empresas latinoamericanas.

La ONU activó el primer Diálogo Global de Gobernanza de la Inteligencia Artificial y un Panel Científico Internacional de IA, marcando un hito en la construcción de reglas globales para el desarrollo y uso responsable de esta tecnología.

Para las empresas latinoamericanas, estas iniciativas no son un asunto lejano: lo que se decida en este espacio puede anticipar regulaciones de IA, establecer estándares éticos y generar nuevas exigencias de visibilidad en procesos que afectarán directamente la competitividad empresarial en la región.

Qué aprobó la ONU sobre gobernanza de la inteligencia artificial

En septiembre de 2025, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la resolución que da vida al Diálogo Global de Gobernanza de la Inteligencia Artificial, un espacio abierto y anual que buscará consensuar principios comunes.

En paralelo, se creó un Panel Científico Internacional Independiente de IA, con 40 expertos de distintas disciplinas. Su rol será elaborar informes basados en evidencia para orientar políticas públicas y prácticas empresariales. Aunque de carácter consultivo, estos informes influirán en regulaciones futuras a nivel regional y global.

El mandato tiene limitaciones: no cubre aplicaciones militares y sus recomendaciones no son vinculantes. Sin embargo, representa el primer foro multilateral donde la regulación de la IA se discute de manera sistemática.

Comparativa internacional: Europa, EE.UU., China y el rezago latinoamericano

Mientras la ONU inaugura este espacio de diálogo, las principales potencias ya avanzan con sus propios marcos regulatorios de inteligencia artificial. La Unión Europea marcó el camino con el AI Act, que clasifica los sistemas de IA por niveles de riesgo e impone exigencias estrictas de visibilidad en procesos, auditoría y documentación.

Estados Unidos, en cambio, ha optado por un enfoque más descentralizado, combinando guías del NIST con regulaciones sectoriales en ámbitos como salud y defensa. China, por su parte, avanza con un modelo centralizado que prioriza la seguridad nacional y el control de contenidos.

En este contexto, el desafío para América Latina es evidente: si no se generan marcos regionales o nacionales propios, la región corre el riesgo de quedar como simple adoptante de reglas externas. Para las empresas latinoamericanas que ya ofrecen servicios de IA en Europa, el cumplimiento con el AI Act será un requisito ineludible —especialmente en sectores de alto riesgo como banca, salud o recursos humanos—, incluso si en sus países de origen aún no existen regulaciones similares.

Implicancias de la gobernanza global de IA para las empresas latinoamericanas

La creación de foros globales sobre inteligencia artificial no es un ejercicio político abstracto. Para las empresas latinoamericanas, sus efectos pueden sentirse en varios frentes.

Uno de ellos es el regulatorio: aunque aún no existan leyes vinculantes, los consensos internacionales se transformarán tarde o temprano en marcos nacionales o regionales. En sectores críticos como finanzas, salud o retail, e incluso en áreas transversales como recursos humanos, la exigencia de auditorías algorítmicas, trazabilidad de decisiones y controles de sesgo será cada vez más evidente.

También crecerá la presión ética. La demanda de IA con visibilidad en procesos, justa y respetuosa de los derechos humanos obligará a las compañías a revisar cómo diseñan y aplican sus sistemas. En América Latina, esto plantea un desafío particular: equilibrar la diversidad lingüística y cultural de la región con la necesidad de estándares universales de equidad algorítmica.

A ello se suma un escenario de competencia internacional. Si la región no participa activamente en el debate, corre el riesgo de que las grandes potencias impongan sus reglas, limitando la capacidad local de negociación. Para industrias exportadoras como la agroindustria o la energía, esto podría traducirse en la obligación de certificar procesos bajo normativas externas antes de poder acceder a mercados estratégicos.

Finalmente, existe una dimensión de oportunidad. Las empresas que adopten gobernanza responsable de IA desde ahora estarán mejor posicionadas para atraer inversiones alineadas con criterios ESG, ganar licitaciones públicas y consolidar la confianza de clientes y socios internacionales. El costo no es menor —requiere talento especializado, auditorías periódicas y monitoreo constante—, pero se perfila como un diferencial competitivo clave en la próxima década.

En este terreno, América Latina no parte de cero. Iniciativas como la Declaración de Santiago sobre Ética de la IA en América Latina y el Caribe o los esfuerzos regulatorios en Chile, Brasil y México muestran que ya existen intentos de dotar a la IA de un marco propio. Aunque todavía fragmentarias, estas propuestas podrían ser la base de un modelo ético diferencial que posicione a la región con voz propia en el debate global.

Cómo pueden prepararse las empresas latinoamericanas para la gobernanza de la IA

Para las compañías de la región, prepararse no significa esperar a que lleguen regulaciones obligatorias, sino dar pasos concretos desde hoy. El primer movimiento debería ser auditar internamente los usos de IA: identificar dónde se aplican algoritmos, qué riesgos éticos o sesgos pueden surgir y cómo se gestionan.

A la par, conviene establecer estructuras de gobernanza internas. Algunas organizaciones ya están creando comités donde confluyen áreas legales, técnicas y de negocio para supervisar proyectos de inteligencia artificial, asegurando que las decisiones no queden en manos de un único equipo.

Otro paso estratégico es alinearse con estándares internacionales, incluso si son voluntarios. Adoptar principios de visibilidad en procesos, explicabilidad y responsabilidad hoy puede facilitar mañana el acceso a mercados exigentes, como la Unión Europea, y generar confianza en socios internacionales.

La participación activa en foros nacionales y regionales de política de IA también es clave. No se trata solo de cumplir con reglas futuras, sino de influir en su diseño y garantizar que respondan a las realidades de la región.

Finalmente, nada de esto es sostenible sin el talento adecuado. Las empresas deberán invertir en formar y atraer perfiles especializados en ética, compliance y gobernanza tecnológica, que complementen a los equipos de ciencia de datos y TI. Solo así será posible integrar la IA con responsabilidad y visión estratégica.

En última instancia, la gobernanza de la IA no debe entenderse como un freno a la innovación, sino como una inversión estratégica en confianza, competitividad y legitimidad global.

Conclusión: liderazgo empresarial en IA responsable

El liderazgo en gobernanza de la inteligencia artificial no será solo tarea de los gobiernos: dependerá de empresas que construyan marcos internos sólidos con visión global.

América Latina puede convertirse en un referente mundial en IA ética e inclusiva. Para lograrlo, se necesita que las empresas asuman un rol activo, construyendo marcos internos de gobernanza y adoptando principios globales con mirada regional. Las organizaciones que den este paso no solo mitigarán riesgos sino que también podrán marcar el rumbo de la IA responsable y competitiva en la región.

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